Una ruta en coche con curvas y cambios de temperatura no parece, a priori, muy atractiva. Cuando se hace esta, sin embargo, todo cambia. Desde la capital y hasta un valle cuyo nombre no puede ser más acertado (Vallehermoso), he aquí la esencia de La Gomera. Infinitos palmerales, un tupido bosque de laurisilva del Terciario digno del mejor cuento de duendes, cuencas que impresionan y llevan a núcleos de arquitectura típica de piedra y tejas rojas, y hasta zonas de baño para un necesario chapuzón hacen del nordeste una excursión a remarcar.